La semana actual recoge distintas iniciativas, tanto en el ámbito familiar como a nivel social, de la conveniencia de limitar el uso de las tecnologías en jóvenes, en pro de recuperar algunos elementos largamente empleados en la educación de esas edades, de antigua tradición. Aportamos el enlace a dos noticias de interés en relación con esta cuestión:

  1. Dinamarca declara la guerra al «monstruo» de las pantallas (prohibición de RRSS en menores de 15 años, en estudio).
  2. La princesa Kate promueve una crianza sin pantallas para fortalecer los lazos familiares (publicación de un ensayo, con la colaboración de un especialista de Harvard, al que añade las experiencias de las medidas aplicadas en su hogar).

 

Recapacitando sobre los escenarios que ambas noticias nos traen…

¿Sería posible impulsar un modelo educativo que promueva la desescalada o el retroceso en el uso masivo de pantallas por parte de los jóvenes, también en el ámbito del hogar? ¿Podemos desarrollar un sistema educativo que fomente la desconexión digital o la priorización de lo no digital entre los jóvenes?